THE SEVILLANER

¿Qué pasaría si Sevilla apareciera en la portada de The New Yorker? Esa es la pregunta que da origen a The Sevillaner, una exposición colectiva que reúne a 50 artistas locales para reinterpretar la capital andaluza a través de ilustraciones inspiradas en el icónico estilo editorial neoyorquino.    

El proyecto nace como homenaje a la célebre revista norteamericana que desde hace más de un siglo retrata la vida urbana en su portada ilustrada. En esta versión sevillana, los artistas participantes han creado cabeceras ficticias que revelan desde estampas costumbristas hasta paisajes urbanos atravesados por la crítica social.
El colectivo detrás del proyecto, formado por Antonio Copete, Fátima González, Manuel Perujo y Paloma Márquez, ha querido no solo dar visibilidad al talento gráfico local, sino también construir una comunidad creativa en torno a la ciudad. 

Cada portada encierra una historia única. Algunos artistas recurren a la memoria personal, como Helena Pérez, que explora su vínculo ambivalente con la ciudad tras haber vivido fuera. Otros lanzan miradas críticas, como Bernar USK, que convierte el edificio Adriática en una casa colectiva abierta a la diversidad, en respuesta al proceso de turistificación. También hay quienes capturan el alma del barrio, como Grillante, que homenajea a las mujeres mayores como verdaderas guardianas del espacio común.

Aunque todas las ilustraciones parten del mismo formato, las interpretaciones varían enormemente. Hay piezas minimalistas, otras saturadas de color, algunas con tintes humorísticos y otras más melancólicas. En su conjunto, componen una especie de retrato coral que rehúye los tópicos para hablar de una Sevilla que se transforma, que se recuerda, que se cuestiona y que se celebra.

Desde rincones reconocibles como la Plaza del Salvador, la Alameda de Hércules o el río Guadalquivir, hasta escenas insólitas y cargadas de humor, como una mantilla que merienda un bocadillo o vecinas que charlan bajo los naranjos, las obras despliegan una cartografía emocional de Sevilla que mezcla lo cotidiano con lo simbólico.
La muestra también reserva un espacio al proceso creativo. Bocetos a tinta, lápiz o acuarela, pruebas de color, descartes, e incluso vídeos accesibles mediante códigos QR, revelan los entresijos de algunas portadas para que el visitante puede adentrarse en ese espacio íntimo donde surge la chispa. 

Nos interesa que se entienda cómo nace una imagen. Mostrar los primeros trazos, los descartes, los cambios, es también una forma de reivindicar el trabajo del ilustrador.
Fátima González
The Sevillaner no es solo una exposición, es un gesto colectivo. Un intento por cartografiar una ciudad a través de los ojos de quienes la habitan, la piensan y la ilustran. Una forma de contar Sevilla sin filtros, sin tópicos impuestos, sin necesidad de venderla, simplemente dejándola ser.
© FOTOS DE NANUK ESTUDIO
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